Con respecto a sus preguntas a continuación le damos nuestro parecer, después de haber consultado primeramente la Biblia y también otros ministros, maestros y pastores confiables en la Palabra. Estos son asuntos de suma delicadeza y creo que debemos proceder con gran cuidado no sea que en el proceso de querer hacer lo correcto ante Dios hagamos más daño.
Respecto a los hermanos que se encuentran en esta condición (re-casados), si se arrepienten verdaderamente de su situación, ¿Qué pasos deben seguir después? ¿Tienen ustedes algún criterio pastoral al respecto?
Aunque creemos y aconsejamos que todos aquellos unidos en el sagrado estado del matrimonio luchen por todos los medios por para mantener y salvar su matrimonio siempre y cuando su vida y la de los hijos no corra peligro. No hay nada imposible para Dios y son muchos los que pueden testificar de lo que Dios ha hecho aun en matrimonios donde se ha extinguido toda esperanza y hasta en algunos casos donde la pareja se ha separado.
Sin embargo, el apóstol nos escribe el mandamiento dado por el Señor y el cual aplica a todos los casos donde ha habido un divorcio: “y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido” (1 Corintios 7:11). Se contempla la posibilidad de que haya un periodo de restauración emocional y espiritual donde el matrimonio puede estar separado un tiempo para trabajar en la restauración de su matrimonio bajo la guía de algún líder maduro que les ayude a restablecer la relación con la búsqueda de Dios en oración y el estudio de la Palabra. Creo que bajo ninguna circunstancia se le debe aconsejar a los divorciados o separados a buscar otra persona para casarse pues tal cosa es ‘adulterio’ y la Biblia es muy clara al respecto.
Ahora, llegando a su pregunta. En casos donde las personas se han casado por haber sido aconsejados erróneamente o aun por rebeldía y luego han entendido que han pecado contra Dios tanto al divorciarse como al recasarse y muestran arrepentimiento por lo que han hecho, lo más propio es “quedarse como está” (1 Corintios 7:10-11; 26-27). Algunos pensarán que lo recomendable sería que se divorciaran pero tal consejo presenta ciertas dificultades. Desde un punto de vista bíblico, después de divorciada de su segundo matrimonio, la persona NO PUEDE volver a su primer esposo o esposa. Tal acto es también pecado y prohibido por Dios (Deut. 24:1-2; 1 Cor. 7). Al tratar de divorciarse para remediar (deshacer) el daño del primer (o anterior) matrimonio conllevará incurrir en ‘otro’ pecado, uno que Dios aborrece, “el divorcio”, que es también ‘quebrantamiento de un pacto’ (otro pecado) y lo cual sería amontonar pecado sobre pecado. Es por lo tanto recomendable que la pareja en cuestión ore a Dios para que perdone su pecado y bendiga el pacto de su actual matrimonio y el fruto de ellos. Personas recasadas pueden ser y han sido de gran bendición en la obra de Dios. Aunque no es el caso ideal de acuerdo a la visión bíblica para el matrimonio donde se presenta “un hombre y una mujer hasta que la muerte los separe”, algunas personas en la Biblia con segundos matrimonios han podido llegar a ser útiles en la obra de Dios.
Por lo tanto se debe tener en mente que tales personas deben ser tratadas con la misericordia y amor fraternal y no ser puestas de lado o apartadas de la comunión eclesiástica aunque debemos entender que Bíblicamente no es ideal que funcionen como líderes, o ministros oficiales de la Palabra y gobierno (ancianos o diáconos) en la congregación especialmente si el divorcio y recasamiento ocurrió después de haber sido convertido al evangelio (o al haberse apartado por un tiempo). Aunque no vemos razón para evitar que una persona ejerza el ministerio en la iglesia por pecados cometidos antes de conocer a Cristo. Uno de los requerimientos es que el candidato a anciano y el diácono sean hombres “maridos de una sola mujer”, “que sepa gobernar su casa”, cosa que difícilmente se pueda decir de un recasado aunque hay personas recasadas que han tenido y tienen segundos matrimonios que son ejemplares y dignos de admirar. No obtante hay muchas áreas donde estas personas pueden desenvolverse en la obra y ser de bendición, no solamente mutuamente sino también a otros que estén atravesando por situaciones similares.
Finalmente, esta es ciertamente un área difícil para trabajar desde una perspectiva pastoral pero que se debe tratar cada caso individualmente bajo el amor de Dios, con la gracia de Dios y la búsqueda de su dirección en todo.
Que Dios nos ayude a hacer su voluntad.
Estudio extraído de Ministerios de Vida Eterna.
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